Un Planeta en el que Pasado Nunca Vuelve.

por AjLukan Lun 15 Jun 2015, 16:00

Wkamaralla Murh-Kosl de Navvarentailrir dejo la caer su oscura espada y un cráneo termino habriendose como una flor joven en el momento de una sangrienta primavera. El Pajaro Amarillo se elevo y canto con sus ecos dorados la llegada de la mañana. La guerrera Kvoshvita presiono el pecho dle muerto con su sucia bota gris y saco su espada corta con relativa facilidad. despues miro hacia el horizonte mientras los oidos le pitaban y jadeaba como un canledano despues de una orgia en un Jardin de Placeres. Su rostro ceniciento y marfileño relució con los oscuros rayos del color de la sangre sucia sobre su cabeza rapada exceptuando tres coletas entreladas que cian hacia abajo hasta llegar al nacimiento de su delgado pero fuerte cuello. sus musculos fibrosos se relajaron momentáneamente y sus ojos cubiertos del color del crudo mas refinado pestañearon sobre una frente semi-escamosa y huesuda por los constantes combates que le habían hundido las mejillas. Lentamente se arrastro sobre sus dos piernas terminadas en cinco dedos de uñas duras y camino hacia el horizonte. Una escena dantesca se extendia ante ella.

Oleos humedos de sangre se dibujan por las laderas altas de las hierbas marrones de Talkaria, bosques de estandartes se alzaban agujerados y rotos mientras vientos fantasmas movian sus telas rasgadas por espadas de muertos y vivos. escudos quebrados, hachas romas, lanzas astilladas y huesos reventados se extendian como un prado de variados clarooscuros mientras los sonidos distantes de invisibles espectros aullaban en la mañana de esperanzas rotas. Un venator paso al lado suya sin siquiera tocarle pese a ser del reino de Trashamunda rival del reino de Talkaria y aliado de los Catorce Reinos que habían caído sobre las Tierras de las Plañideras. Con la mirada perdida y con un cabeza con la lengua sobresaliente de la hinchada boca del muerto, el jinete de bestias siguio caminando hasta que se perdio tras la niebla gris y nebulosa del horizonte. De vez en cuando una bestia de batalla aparecía merodeando por el campo buscando a su dueño o simplemente buscando algo de carne desnuda a la que echarse a sus hambrientas mandibulas. En los cielos los jarapichones y los skarb volaban en circulos para lanzarse despues al festin de la carne roja, mientras los cobardicas orbiceros picoteaban en grandes bandas las montañas de muertos mas alejadas de los grandes insecto-reptiles que arrancaban los pedazos de carne de las mas jugosas sangres nobles como siniestros catadores de vino de la mesa del diablo.

a Murh le entraban ganas de repartir estocadas a tales bestias oportunistas pero estaba demasiado cansado y su mente se perdia en los sueños borrosos de la adrelina de batalla que se escapaba a bocados de su seca garganta. Tosio un poco y escupio un seco moco mientras seguia avanzando arrastrando cada vez mas la pierna izquierda la cual estaba abierta y parecía un surtidor de valioso liquido arterial. El hombro aplastado y el lobulo superior de la nuca media cortada tampoco tenia un buen aspecto. La armadura era un masijo de escoria rota y inservible que solo añadia peso a su ya cada vez mas encorvado cuerpo.

Murh salio de aquel campo de batalla y por fin los ecos pasados de la campaña se perdían entre el gruñido de los ragakanes que empezaban a surgir desde los bosques blancos del suroeste.

El bosque se abrió como una puerta de verdes cadenas de oro oxidado y se la trago como un dragón de ojos perlados mientras los muertos deambulaban en el campo de batalla buscando sus almas donde hacia tiempo que se le habían llegado los silfos del Inframundo.

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